Durante los últimos meses una empresa de conservación y preservación de documentos nos ha estado haciendo un estudio en nuestra biblioteca para analizar los posibles microorganismos, hongos o bacterias que haya entre nuestros libros.

Los bibliotecarios y archiveros llevan décadas siendo conscientes de esta amenaza invisible pues, al trabajar rodeados de libros y documentos antiguos, se pueden exponer a los hongos y bacterias que encuentran en estas hojas húmedas y añejas el lugar perfecto para desarrollarse.

La proliferación de estos organismos puede llegar a causar graves afecciones no solo en la palabra escrita sino también en quien la custodia o en quien disfruta leyéndola. Es por ello por lo que en los últimos años muchos profesionales expertos en preservación, se han concentrado en crear laboratorios microbiológicos donde poder examinar bajo  microscopio las muestras tomadas de los libros.

Los microorganismos pueden llegar a los libros haciendo uso de múltiples medios de transporte como pueden ser el aire, los ácaros o las micropartículas de agua. Así, para evitar su aparición nuestro espacio de almacenaje debe cumplir una serie de requisitos:

  1. Ni mucha luz, ni mucha oscuridad. Aunque en los depósitos se debe evitar que los documentos estén expuestos directamente a la luz solar, esto no quiere decir que lo más recomendable sea la absoluta oscuridad pues en ella la proliferación de bacterias y hongos es mucho más fácil. Por ello, los expertos recomiendan instalar bombillas frías o halógenos con filtro con una intensidad lumínica de máximo 50 lux. Así, se ahuyenta a los microorganismos fotofóbicos sin perjudicar los materiales.
  2. Ni mucho frío, ni mucho calor. Los depósitos deben contar con unos buenos sistemas de calefacción, aire acondicionado, filtros, humidificadores, termómetros o higrómetros que permitan crear un microclima propio en el que estén reguladas la temperatura, la humedad, la acidez y la ventilación. Generalmente, los expertos recomiendan una temperatura de entre 16ºC y 21 ºC y una humedad relativa de entre el 40 % y el 60 %. De esta manera la probabilidad tanto de que se descomponga el papel como de que se desarrollen patógenos se reduce en gran medida.
  3. Nada de polvo. Las bibliotecas y archivos necesitan mucha limpieza para disminuir la acción nociva de la suciedad. Las capas gruesas de polvo contribuyen a aumentar la humedad y la temperatura en el interior de los documentos al mismo tiempo que suponen un rico alimento para las esporas.

Si no se cumplen estas pautas, lo más probable es que empiecen a actuar los microorganismos. Primero, entran en acción los hongos -principalmente de géneros como el Penicillium, el Aspergillus y el Cladosporium- que a través de sus encimas, las cuales funcionan como cientos de tijeras microscópicas, devoran el papel. En ocasiones, cuando la capa es demasiado gruesa surge lo que comúnmente conocemos como moho.

Los segundos en participar en la invasión son las bacterias (normalmente de género Bacillus) y las levaduras (habitualmente la Rhodotorula), que se aprovechan de lo que han degradado los hongos para alimentarse. Estas pueden convivir con el hongo o inhibirlo. Sea como sea, estos microorganismos se apoderan de la palabra escrita y la destruyen en el más absoluto silencio.

Pues bien, después de conocer cómo actúa está amenaza invisible y las precauciones que hay que tomar, la biblioteca de Arantzazu toma partido en ello.

TSA conservación y equipo de voluntarios de Arantzazu al rescate.

En primer lugar, la biblioteca de Arantzazu bajo la supervisión de un grupo de expertos ha llevado a cabo un minucioso estudio sobre el biodeterioro. Esto es localizar las manchas, las marcas de roído o los parches de hongos a fin de tomar muestras, hacer cultivos, analizarlos e identificar los agentes invasores.

  1. Una vez reconocido el microorganismo se escoge el producto más acertado para afrontar la infección y se aplica cada cierto tiempo a modo de tratamiento. Una vez finalizado el procedimiento se establecen controles de calidad periódicos para controlar que la invasión no vuelva a aparecer.
  2. Así es como después de estos meses de estudio daremos paso al siguiente nivel. El 10 de febrero realizaremos un curso de desinfección y limpieza en documentos de archivo y libros para llevar la biblioteca a las condiciones óptimas y deseadas. Iniciaremos con limpieza individualizada de cada documento así como un posible tratamiento de Anoxia llevada a cabo por la empresa TSA para la eliminación de estos microorganismos y parásitos.

El diseño del Programa de Conservación, el cual tendrá la Biblioteca  de Arantzazu cumplirá las siguientes premisas:

  • Estudio previo de riesgos para la conservación y sus necesidades.
  • Estudio de los recursos disponibles.
  • Implantación progresiva de medidas preventivas y de control.
  • Aplicación de sistemas de autoevaluación y flexibilidad de adaptación.
  • Precisión de las medidas preventivas y de control.
  • Articulación de sistemas de registro y gestión de la información obtenida.
  • Comunicación eficaz entre las partes implicadas en la conservación.
  • Plena disponibilidad de nuestros recursos para la consecución de los objetivos de la conservación.

Las medidas de conservación previstas en esta propuesta para los fondos de la Institución se estructuran en un programa de control preventivo diseñado por TSA, SL. en base a la tipología de los elementos que componen los fondos de la institución.

Un aspecto importante en el planteamiento de la presente propuesta es que la consideración de dos fases diferenciadas en su concepto y sucesivas en su ejecución. Se parte de un periodo inicial de realización de tareas de conocimiento de las condiciones de conservación en los distintos espacios en todos sus aspectos medioambientales y biológicos. A partir de las conclusiones de este análisis previo se comienza con la configuración de un programa sistemático de vigilancia y control de las distintas variables de la conservación que va perfeccionándose en el tiempo y que evoluciona con la institución adaptándose a sus necesidades.

El objeto del trabajo a realizar es la implantación de las acciones de conservación preventiva específicas para los fondos de la institución que se estructurarán dentro de un programa de control preventivo. Estas acciones básicas son fundamentales a la hora de optimizar los recursos empleados para la conservación minimizando las actuaciones sobre los fondos fruto de la minimización de las situaciones de riesgo sobre ellos.

Bibliografía

URIBE, A.; ESCOBAR, C. [2018]. Los hongos y las bacterias que habitan los libros. Revista Bacánika. Disponible aquí [Consulta: 06/05/2020]
 
GUILLÉN, B. [2015]. Los hongos dañan 1.000 libros de la Biblioteca Histórica Municipal. El País. Disponible aquí. [Consulta: 06/05/2020]

COLOMÉ, S.; PAUNÉ, M. El prodigioso rescate del libro milenario del abad Oliba. La Vanguardia. Disponible aquí. [Consulta: 06/05/2020]